Después de dejar un puesto en el comercio minorista en la década de 1990, Kathy Muehlbauer comenzó una carrera más satisfactoria como Carpintera. Se unió a la Unión de Carpinteros después de que su madre le sugiriera que explorara los oficios y comenzó el aprendizaje poco después.
Recuerda que, en aquel entonces, era un reto lograr un sentido de pertenencia como mujer que navegaba por una trayectoria profesional en un campo dominado por los hombres. Descubrió que a menudo era la única mujer en la tripulación. En algunos casos, esta dinámica significaba que era común que sus homólogos masculinos vieran sus habilidades con cierto escepticismo.
Con el paso del tiempo, encontró confianza en sus habilidades y en su pertenencia, pero también notó un cambio cultural en el oficio que se ha vuelto más acogedor para las mujeres Carpinteras. Ella comparte que una carrera en la Unión le ha permitido permitirse una buena vida.
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